Muchas veces notamos cuando alguien nos está mirando, como sintiendo el peso de su mirada en nuestro cuerpo. Parecería ser que algunas personas tienen esta capacidad más desarrollada que otras y esto no lo digo yo sino el biólogo Rupert Sheldrake.
El mismo dice que realizó más de 20.000 experimentos y los resultados muestran una y otra vez que la mayoría de las personas sabe si se las mira desde atrás, incluso cuando tienen los ojos tapados. Estos resultados fueron puestos en tela de juicio por otros científicos pero Sheldrake afirma que “las posibilidades de error en el muestreo son muy escasas, de una en millares”.
La habilidad de saberse observado se llama (en inglés) scopaesthesia , derivado de las palabras griegas ver y sentir. Y esta habilidad debe tener una larga historia evolutiva. Los animales que fueron capaces de detectar la mirada de predadores escondidos, deben haber tenido más chances de supervivencia que animales sin esta habilidad”. Para el investigador, la telepatía debe tener profundas raíces biológicas, pues permite la comunicación a distancia entre miembros de un grupo.
Según el biólogo, que comenta además otras curiosidades de la mente humana, no se trata ni de casualidades, ni de extrañas percepciones. Es más, como muestra de que hasta los más reputados científicos, bastante reacios a aceptar este tipo de fenómenos, los experimentan en persona, el investigador británico ofrece en su libro The sense of being stared at (La sensación de que te están mirando) una curiosa anécdota:
El escenario es la Academia de Ciencias suiza tras una conferencia en la que Sheldrake había expuesto sus teorías y sus trabajos sobre las capacidades de la mente. Entre los asistentes se encontraba un Nobel de Química, Richard Ernst, y su mujer. Durante la cena, la señora Ernst confesó al conferenciante: “Mi marido no cree en lo que usted ha contado, pero él mismo puede hacerlo”. Y le dio un ejemplo: ella regresaba de un viaje y no le había dicho qué tren había tomado; sin embargo, él estaba esperándola en la estación a la hora justa: “No fue capaz de explicar cómo lo sabía”.
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