El riesgo de que caiga un gran asteroide en nuestro planeta es muy remoto, de hecho, hasta el momento, el único asteroide del que se podría temer un fatal desenlace, no colisionaría contra la Tierra hasta el año 2880, se trata de una fecha demasiado lejana como para garantizar los cálculos realizados. Decir que estamos totalmente libres del riesgo de colisión no puede hacerse, pero hay un dato muy evidente, gracias a los adelantos y las mejoras en cuanto a observación astronómica se refiere, se puede garantizar al menos durante las próximas décadas que los asteroides más significativos y voluminosos no chocarán contra la Tierra.
Cada vez son más los objetos avistados y descartados, hasta el momento se conocen el 75% de los grandes asteroides, dato muy significativo, ya que hace tan sólo 17 años solamente se conocían el 5% de ellos, con el paso del tiempo los riesgos se han reducido gracias a la ampliación del saber en este campo.
La cosa cambia cuando se habla de asteroides cuyo tamaño no supera los 100 metros, son pequeños y pueden existir miles de los que ni siquiera se tiene constancia. Su volumen les permitiría traspasar nuestra barrera sin desintegrarse completamente, aunque terminarían explotando a unos pocos cientos de metros de la superficie terrestre. Esta explosión podría compararse con la de varias bombas atómicas, sumando unos 10 megatones, un ejemplo lo tenemos en lo sucedido en la región siberiana de Tunguska donde fueron arrasados 50 kilómetros a la redonda sobre la zona en que explotó el asteroide.
Lo cierto es que estadísticamente las amenazas se formulan de una entre 40.000, 60.000, 100.000 etc., como decíamos el riesgo cero es inexistente, mientras exista una posibilidad el riesgo está presente. Muchos científicos restan importancia a este riesgo por la expresión estadística tan pequeña que representa, pero en ningún caso se debería bajar la guardia y mucho menos restarle importancia cuando existe la posibilidad de que un hecho de estas características ocurra. Quizá, lo que más les relaja es la tranquilidad de saber que la posibilidad remota de un impacto pueda darse dentro de 200 años y ellos ya no estén presentes.
Pero volviendo al tema de los pequeños asteroides, hasta un 75% de ellos proceden de los cinturones de asteroides que se encuentran entre Júpiter y Marte, con lo que al tenerlos localizados, las probabilidades de predecir la trayectoria con suficiente antelación es muy superior. La astronomía es una ciencia muy importante que debe avanzar con gran rapidez, no sólo para descubrir los enigmas del universo, sino como método eficaz de prevención y actuación.
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